El baúl de los recuerdos – Enero / Febrero

por | Ene 21, 2023 | David Gutiérrez, El baúl de los recuerdos | 0 Comentarios

Año nuevo, vida nueva, el argumento sentimental que siempre utilizamos en estas fechas, quizás por la inquietud de futuro, o bien por el deseo de empezar con buenas vibraciones, lo cierto es que el tiempo pasa, no se detiene, corre veloz y es el único que aguanta temporales y cura las heridas.

Comenzamos un 2023 lleno de esperanza, preparados para una nueva aventura con la familia, los amigos, el trabajo, cargados de proyectos e ilusiones renovadas, la vida continúa en su rueda giratoria y nos sigue enseñando los distintos caminos que debemos atravesar.

Le hemos pedido a los Reyes Magos, amor y salud, dos elementos fundamentales en nuestro día a día, sin ellos no podemos afrontar ningún destino, la carta de reyes siempre tiene en común la ilusión, pues con esa carta titulada “Al rey negro con retraso” por Salvador de Quinta en el año 66 queremos comenzar este baúl.

“Querido Baltasar: Perdona si te escribo con retraso, no es mía la culpa de que me asemeje un poco a ese correo de Málaga, o a ese famoso mixto de la Roda que tantas veces llega a destiempo. La culpa es de nuestra humilde “Vía Marciala” que pocas veces sale antes del 20 de cada mes. Sin embargo creo que no tendrá importancia este “tortuguismo” porque tú, estés donde estés, leerás esta carta a la que he pegado en todo lo alto un sello de ilusión.

En estos días empachado de licores, turrones, mantecados,… y felicitaciones. Felicitaciones de ida y de vuelta, es como si sobre el suelo de España –desatendiendo el slogan de que la mentengamos limpia– se hubiera levantado un vendaval de tarjetitas blancas que, como mensajeros cortos y disciplinados, llevan sobre sus alas deseos de felicidad. ¡Cuántas efes grandotas han nacido y muerto en tales correveidiles!, con este empacho la pluma pesa como una montaña.

Pero, así y todo, haré para ponerte unas letras, no es que te vaya a girar unas letras de las de treinta, sesenta y noventa. Los Santos –que no es chica ventaja– estáis al margen de estas cosas. Lo que quiero decir es que voy a escribirte una carta pidiéndote algo para 1966. No para mí, que bastante y bueno me has dado ya en la vida. Lo que te voy a pedir es para Utrera.

Sé que debía haber escrito a los tres Reyes, pero que es que tú, sin menospreciar a tus compañeros de terna, has sido siempre mi preferido. Y creo que también lo has sido y lo eres de la mayoría de los niños españoles. Tu sonrisa de marfil, tus labios rojos como fresas, tus ojos encendidos y, sobre todo, el anochecer en tu cara bondadosa, has tenido y tienen un atractivo especial para los niños. Y es que la infancia, querido Baltasar, no sabe ni quiere saber nada de discriminaciónes raciales.

Pero sigamos con la carta, hace unos días yo, confidencialmente, apunté a cierto amigo que tú lo concedías todo. El, un tanto zumbón, me dijo:

-¿Por qué no le pides que la vida baje en 1966? Yo le contesté que para cosas fantásticas ya tenías bastante con las que te pedían los cerebrillos desbocados de los niños. Lo que te quiero pedir –ahora que en Utrera todo es posible– son… ¡viviendas!

Creo que no es pedirte la luna, ¿no?

Sé que en todas las partes del mundo hay escasez. Pero es que en Utrera, hasta hace tres o cuatro años, poco se ha hecho en este sentido. Y ese poco, casi todo por iniciativa privada. Fíjate, ahora, por la Obra Sindical del Hogar, se están terminando 270. ¿Pues quieres creer que hay más de dos mil solicitudes? ¿ Y quieres creer que por lo menos mil son de urgente necesidad? Da pena ver como viven algunas familias amontonadas con las habitaciones reducidas, los techos cuarteados y a punto de caerse

Para qué seguir, querido Baltasar, Tú lo sabes mejor que yo y creo que con el buen sabor que te dejaron los pasados días, no debemos recargar ahora las tintas trágicas. Bastantes tragedias que nos pintan ya la televisión y las novelas radiofónicas durante todo el año.

Y termino porque estoy viendo que la carta –si pongo todo lo que se me ocurre– resultará kilométrica. Y para lo que te pido hubiera bastado con un telegrama así: “En Utrera urgen casas”. Pero soy andaluz y los andaluces –ya lo dijo don José María Pemán, ese andaluz plateado de Cadiz –para poco cante hacemos muy largo el jipío.

Utrera tiene otros problemas; pero ninguno tan agobiante como este.

Échanos una manita, Baltasar bueno y poderoso, esto es lo que te pide, con todos los respetos, tu fiel amigo y vasallo”.

Afortunadamente ahora no hacen falta casas con urgencias, pero si otras cosas más sencillas: querer a Utrera, cuidarla y mimarla, con estos deseos os felicito en el nuevo año.

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