Volvemos a Quesada, pero en esta ocasión no a presentarle los respetos a la “Manquita de Utrera” que corona el céntrico arco de esta ciudad. Esta vez vamos a pasear por la sierra en busca de un lugar singular cargado de magia, historia y belleza; el Santuario de Nuestra Señora de Tiscar.
El primer milagro conocido ocurrió en 1319, poco antes de la toma definitiva de la plaza por parte de Pedro de Castilla; cuenta la leyenda que la Virgen se apareció en la Cueva del Agua al caudillo musulmán Mohammed Andón y le pidió que entregara la plaza a las tropas castellanas y se convirtiera al cristianismo, todo ello para evitar un innecesario derramamiento de sangre en una batalla perdida de antemano. El musulmán se llevó a la Virgen al castillo, y ante la posibilidad de que tal circunstancia recrudeciera el afán cristiano por conquistar la plaza, decidió arrojarla al vacío volviendo esta al castillo al poco tiempo, así, cuantas veces la arrojaron, la imagen de la Virgen volvía a la gruta de manera intacta incluso después de destrozarla y arrojarla a una sima de las muchas que hay en esta zona. Al poco tiempo las tropas cristianas conquistan el castillo, quedando la comarca de Quesada para siempre bajo el amparo del manto de la Virgen sonriente de Tiscar.
Fue en esta misma época cuando, debido a lo abrupto del terreno y a la inaccesibilidad del castillo, el asedio cristiano se estaba prolongando más de lo deseado, fue entonces cuando uno de los escuderos de Garci López Padilla, llamado Pedro Hidalgo, decidió trepar entre los riscos y debilitar la vigilancia del castillo. Él solo acabó con diez centinelas lo que contribuyó de manera definitiva a la victoria cristiana. La plaza se rindió con cinco mil musulmanes que encontraron cobijo en Baeza.
CERVECERO: Leí en algún lugar que Pedro Hidalgo arrojó las diez cabezas de los centinelas por los riscos del castillo para que los cristianos supiesen de su hazaña y de que era más fácil conquistar el castillo.
YO: Así es, a falta de whatsapp, vas arrojando cabezas y los cristianos las van siguiendo hasta la victoria final. La hazaña del escudero Pedro Hidalgo no pasó desapercibida para el Infante D. Pedro que le atribuyó escudo de armas consistente en un lucero de oro con ocho puntas y diez cabezas de musulmán ensangrentadas alrededor, fue así como nació el apellido Díez; a sangre y fuego, como todo en España.
La primitiva imagen de la Virgen de Tiscar que era una talla gótica con el niño en brazos, sufrió toda suerte de penalidades a lo largo de la historia, sobre todo por parte de los musulmanes, pero, lamentablemente, no pudo con las hordas que con tanta valentía quemaban conventos e iglesias y destrozaron nuestro patrimonio cultural durante la república. Así, la imagen fue destruida en 1936 y esta vez no volvió a la Cueva del Agua. La talla actual es de 1939 y se venera en una pequeña ermita que hay en la aldea cercana.
La Cueva del Agua es un capricho natural que para empezar no es ni siquiera una cueva, sino una angostura a la que se accede por una cueva junto a la que discurre una acequia y en la que hasta un servidor tuvo que agacharse para entrar. Una vez dentro del recinto, hay unas escaleras que suben hasta un pequeño riachuelo que cae en una cascada de unos quince metros; más abajo se encuentra otra cascada de dimensiones parecidas y la cueva donde se aparecía la Virgen, que está toda ella llena de flores, velas y exvotos. Es un recinto espectacular, una maravilla natural a la que no se puede dejar de hacer fotos.
C: Conviene venir aquí en época de lluvias, porque en verano está todo seco y no tiene el encanto del agua corriendo y saltando por las estrecheces del cauce.
YO: Estrecheces las que hay para subir al castillo, pero del castillo hablaremos otro día.
C: Eso se lo dejo a usted, que cada día se parece más a Cesar Pérez de Tudela.
YO: No se puede ser más antiguo… Menos mal que no me has dicho que me parezco a Edmund Hillary.
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