Más de trescientos peregrinos han caminado este año guiados por el Simpecado verde de la Corporación utrerana. Tras arduos meses de preparativos, el 23 de mayo iniciaban un nuevo camino que les llevaría a encontrarse con la Blanca Paloma en la aldea almonteña. La lluvia acompañó los primeros pasos de los peregrinos en su recorrido por la ciudad, pero ni el viento ni el agua frenaron sus ganas. Así, antes de marchar, regaron de cantes y palmas diferentes enclaves de la ciudad. Por delante tenían cuatro días de camino regados de bellos instantes: la explosión de júbilo en Bujalmoro, la mágica noche en la Corchuela, el cruce de la barca en Coria, la misas bajo la luna y el Ángelus mañanero, el paso del vado del Quema que este año los recibía con menos caudal debido a la sequía, la presentación en Villamanrique con su lluvia de mostachones, la acampada, verla a Ella, la misa pontifical, muchos cantes y más bailes, el revuelo de volantes, el rosario de hermandades y la Virgen en la calle.
Todo eso queda en el recuerdo de un año, que según el Hermano Mayor, Joaquín Marrufo, ha salido mejor que lo soñado. “Hemos podido disfrutar de nuestra fiesta mayor y una peregrinación espléndida, sin lamentar ningún tipo de percance. Todo ha salido a pedir de boca, cumpliendo estrictamente con los horarios acordados en las reuniones previas con la alcaldía de carretas, la climatología que ha favorecido a peregrinos a animales, y la grata participación en los actos organizados por la Hermandad Matriz del Almonte, que tan bien lo tiene organizado. Ahora cerramos el ciclo y venimos repletos de la gracia del Espíritu Santo”, ha explicado Marrufo tras dar las gracias a todos los que han trabajado por hacerlo posible.
Este 2023 ha sido también el año de varios estrenos como la nueva funda para proteger el bendito Simpecado en el camino, decorada con dibujos alegóricos a nuestros campos, un Ave María en la parte central y una inscripción que reza “Dios te salve María lirio de Utrera”. Ha sido pintada por el prioste de la hermandad, Enrique Roncón, quien explica que “si no hubiese fe, nadie iría al Rocío. Cada mañana, haga el tiempo que haga, rezamos el rosario tras la carreta. El Rocío lo hacen grande los rocieros”. Otros estrenos han sido: los faroles de orfebrería que han acompañado al Simpecado, y el exorno de los bueyes, unos frontiles y fajas de terciopelo morado con bordados de girasoles, aceitunas y cardos. Estos últimos donados por la familia Jaenes Pizarro. Así, esplendorosa, volvió a Utrera la Hermandad del Rocío tras un gratificante camino, que deja buena cuenta de la esencia mariana que tiene esta tierra.




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