Los utreranos sabemos perfectamente lo que somos en el mejor sentido de la palabra. Si hay un pueblo en la provincia cuyos habitantes se reconocen a sí mismos con una identidad singular, somos los utreranos. A lo largo de la historia, esa identidad nos ha moldeado con una querencia especial por nuestro pueblo, por nuestros campos, tradiciones y por todo aquello por lo que, en definitiva, los utreranos entendemos como propio. Desde las cosas más transcendentales a aquellas más cotidianas; ya sean los particulares sentimientos religiosos, nuestra Feria o la especial convivencia en los barrios. Así, en nuestra infinita diversidad nos identificamos y enorgullecemos con cada aspecto de lo que consideramos como propio de nuestro “ser utrerano”.
Y si como sociedad tenemos claro ciertos consensos sobre lo que nos hace utreranos, y lo que hace que Utrera sea Utrera, también debemos tener claro qué queremos que Utrera sea en el futuro. Si todo cambio requiere esfuerzo, también lo requiere el (re)pensar qué ciudad queremos para el futuro. Evidentemente, ante una pregunta así todos tenemos clara la respuesta, resumida con sencillas declaraciones: mayor riqueza justamente distribuida, una tasa mínima de desempleo, oportunidades de desarrollo para los jóvenes, etc. Al final, es como aquello de un mundo sin guerras o sin hambre; porque todos estamos en el mismo barco cuando hablamos de alcanzar un futuro mejor como sociedad.
Sin embargo, todo se complica cuando tenemos que decidir los objetivos concretos (los recursos son limitados y hay que priorizar) y, sobre todo, cuando nos toca decidir a través de qué medidas o políticas queremos sentar las bases de un futuro mejor para Utrera. De todos los ámbitos que podríamos analizar, en esta ocasión quiero centrarme en la herramienta del poder público que mejor simboliza la necesidad de planificar el futuro. Me refiero al desarrollo urbanístico de la ciudad.
A través de la planificación urbanística las ciudades deciden qué quieren ser el día de mañana, cómo pretenden crecer o qué oportunidades desean fomentar para atraer nuevas inversiones. La historia reciente de Utrera y su desarrollo urbanístico, sus aciertos y errores, lo que pudo ser y en lo que ha devenido a lo largo del tiempo, daría para varios números completos de esta Revista. Por ello, en lo que quiero centrarme es, como decía anteriormente, en las oportunidades para atraer inversiones a Utrera y donde, de nuevo, es vital saber cómo queremos alcanzar este objetivo sin demorarlo más en el tiempo; máxime cuando estos procedimientos suponen plazos que a menudo se alargan demasiado, en ocasiones incluso por décadas, debido a toda la maraña legal y a las diferentes Administraciones que deben validar los distintos planes urbanísticos, tema que daría de igual modo para más reflexiones.
Volviendo a esa oportunidad que haga realidad nuestro sueño, en este caso mediante un desarrollo urbanístico que atraiga inversiones, industria y empleo, cabe decir que esa oportunidad existe, está identificada y es viable. Al grano: hablamos de un espacio de casi 36 hectáreas en la zona de natural crecimiento industrial de la ciudad; un entorno junto al polígono La Morera, con prácticamente el doble de su tamaño; en la entrada de Utrera dirección Sevilla, frente a los otros polígonos El Torno y futuro Innova Torno; y delimitado en su otro extremo con la vía del ferrocarril, con las oportunidades para las mercancías que ello supone.
Debido a las responsabilidades políticas que durante el pasado mandato tuve el honor de desempeñar, he podido conocer muy de cerca este proyecto, que ya venía desde hace años gestándose pero que hace algo más de un año le dimos un importante empujón con la aprobación inicial. Evidentemente, el recorrido era largo y complejo, pero, y de ello estoy completamente seguro, imparable una vez iniciado con la voluntad inequívoca de convertirlo en esa oportunidad de dotar a Utrera de un espacio industrial de dimensiones nunca conocidas en nuestro entorno, pensado para grandes industrias necesitadas de grandes parcelas donde implantarse con rapidez y sin necesidad de tramitar esos planes especiales que la ley impone cuando se trata del suelo rústico en vez del industrial.
Desgraciadamente, hablaba en pasado porque parece que el Gobierno municipal actual tiene otras prioridades. No se trata de hacer crítica política; en cuestiones de desarrollo, atracción de empresas o creación de riqueza damos por hecho que todos los que nos hemos dedicado a la res pública pretendemos lo mejor para nuestra ciudad. Pero hay cosas que son demasiado evidentes si se obvian, oportunidades que se habían puesto en marcha y que ahora llevan un año paralizadas. Cuestiones como esta no deben ser sólo objeto de preocupación para los partidos políticos, sino para toda la ciudadanía. Somos los utreranos y utreranas los que debemos reivindicar toda oportunidad iniciada que sirva a los intereses generales de la ciudad en la que vivimos y en la que queremos seguir viviendo. Por cierto, con algunas iniciativas privadas interesadas participar en su desarrollo, lo que le da un plus.
En los últimos años hemos visto cómo importantes empresas de sectores diversos se han implantado en nuestra localidad. Entidades de enorme valor añadido como la multinacional “Scoobic”, símbolo de esa nueva industria vinculada a la movilidad verde para el transporte de mercancías. Entidades que han apostado por Utrera pese a no contar con esos espacios ideales para la industria como el que comentaba. Y ello ha sucedido porque, además de que se ha velado por gestionar lo más eficazmente posible pese a estar en desventaja con esas ciudades cercanas que ponemos en ocasiones de ejemplo, estamos en el lugar y el contexto adecuado.
Como decía, no se trata sólo de la oportunidad de transformar un suelo rústico de enormes proporciones, con más de 35 hectáreas, en suelo industrial para dar cabida a nuevas inversiones en el mejor emplazamiento de la localidad. Se trata de dónde está situada Utrera en el mapa: la cuarta ciudad de la provincia y la de mayor tamaño del sur de la misma; referencia comarcal y que sólo junto a Los Palacios sumamos casi 100.000 habitantes; a menos de dos horas del puerto de Algeciras, Cádiz o Málaga; conectada por líneas férreas que enlazan con importantes puntos de mercancía en Andalucía; y perfectamente comunicada con Sevilla y su aeropuerto.
En definitiva, si como utreranos sabemos perfectamente lo que somos, conocemos nuestra Historia, valores y potencialidades, con oportunidades como esta también sabemos lo que podríamos llegar a ser. Si como sociedad lo tenemos claro, es hora de que a quienes les corresponde tomar las decisiones, actúen. El paso que se dio hace un año desbloqueando esa oportunidad para dotarnos de un espacio sin igual que, en un futuro, haga del desempleo una anécdota y fomente como nunca el desarrollo industrial, no debe caer en saco roto. Apostemos por Utrera.
MANUEL ROMERO.
Este artículo pertenece al número 717 de la revista, junio de 2024.
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